Volver de los países esos tan del Norte sin comer salmón es pecado mortal. Y Dios me libre a mi de cometer tal sacrilegio.
Así que fuimos a una de las pocas cadenas de comida rápida que encontramos en Copenhague, con un menú por 10 euros, que allí es lo más puto barato que encontrarás jamás. Sunset se llamaba.
Me casque un bocadillo de salmón ahumado, con crema de queso, pepino, cebolla roja, tomate, lechuguicas varias, y un poco de mayonesa. Todo dentro de un pan repleto de pipas de calabaza, que era una delicia.
Os digo una cosa, va a ser que las modas son internacionales, porque ahí siguen la jodida cebolla roja y la rúcula.
Yo el pepino lo odio, porque se come el sabor de todo. Pero una vez lo hube quitado, podría decir que era el sandwich más fucking cool que he probado in my life.
El menú incluía además, las patatas fritas especiadas, que bien, bebida ilimitada, y lo más importante, el café ídem. Meao de gato asqueroso, pero café, a fin de cuentas.
Todos a Copenhague, al Sunset.
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