Llamadme loca, pero le tengo un poco de respeto al Lizarran, por eso de que la última vez que fui mi cuerpo entero sufrió un importante y asqueroso sarpullido. La médica y mi madre (expertas en especulación) decidieron que algo de lo que comí allí estaba malo.
Pero no no. Que resulta que al puto Jandro le gustan mucho los animales de compañía, en cantidades ingentes, y eso unido a que es un poco cerdo... Pues bueno.
Y la abuela cebolleta deja de contar gilipolleces.
Me comí un montadito de batida de bacón, que me supo a gloria bentida. Ayyyy mamá que delicia. Una cosa simple bien rica.
También un trozo de empanada. Que mira que soy exquisita yo con las empanadas, la coca de tomate y derivados varios. ¡Pues qué riquiña estaba!
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