¡Los bordoneros se van de aventuras por el mundo!
Que igual nos recorrimos todos los pueblos de la provincia de Girona, hasta que decidimos, allá las 4 de la tarde, que la mejor opción era volver a la city para comer. ¡Menudos parguelas!
Y fuimos al König, que es una cadena de Girona, con pintas de taberna alemana, con mucha comida rápida, bien variada, entre la que elegir.
Para beber la Lozano, etílica como es ella, se pidió una botella de litro de cerveza para ella solita. Menos mal, que el camarero le preguntó con cuántos iba a compartir. Y ahí estuve yo rauda y veloz para animarme al plan.
Pues era una cerveza que hacen ellos mismos, muy buena, que a mi me recordaba al estilo belga. Con esto de que vamos al Hoppy últimamente a echar cervezas (o beber botellas de vino), creo que empiezo a entender. O igual no. Y sólo me tiro el pisto...
Pedimos patatas de dos salsas pal medio. Una de bravas y otra de queso. Diego, el experto cocinero, dijo que la de quesos no tenía misterio, que eso se hacía con cuatro quesitos y prau. Pero a todos los demás nos pareció que estaba bien chachi. Y yo soy crítica gastronómica, chaval, ¡que de esto entiendo!
Yo me pedí un sándwich Dallas, con redondo de ternera, nueces, lechuga, tomate, queso gouda y salsa roquefort. Muy muy rico. De tres pisos.
Lo malo la salsa ahí puesta en pegote encima de todo, que estéticamente estará de puta madre, no te lo niego. Pero práctico, no es. Ahí metiéndola dentro con el tenedor, desmontando todo como una gilipollas.
Y de postre un coulant, por pura gula, para volver rodando a casa.
¡Y qué viva Bordón!
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